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jueves, 19 de agosto de 2010

Thomas de Quincey y Julio César


Voy a reproducir la introducción al capítulo I de Los Césares de Thomas de Quincey con el objetivo de equilibrar las doctrinas positivistas inglesas en torno a la figura de Julio César.

"Es posible que el carácter del primer césar no haya sido peor apreciado que por aquel que en cierto modo mejor lo describió(...) . Me refiero a Lucano, quien en ningún otro lugar ha hecho gala de una retórica más brillante, ni se ha distanciado más de la verdad, que en los retratos contrastados de César y Pompeyo".

Más adelante hace una afirmación respaldada por grandes historiadores: Pero tipificar a César, el estadista dotado, el espléndido orador, el hombre de costumbres elegantes y gusto refinado, el mecenas de las artes sin parangón entre sus predecesores o las gentes de su tiempo, el dueño de una cultura general tan superior a la de sus contemporáneos (excepto Cicerón) que podía incluso mirar por encima del hombro a Sila y considerarlo un iletrado..., considerar a un hombre semejante parte de la raza de destructores furiosos que se regocijan de la desolación que extienden por el mundo, es errar no sólo en una rasgo individual sino en el genus mismo de la persona. Los Atilas y Tamerlanes que disfrutan reconociéndose como los azotes de Dios y los instrumentos propios de su ira no comparten un sólo elemento de afinidad con el humano y refinado César; y habrían sido tan incapaces de comprender su carácter como él de respetar el suyo. Hasta Catón, el indigno héroe de Lucano, hubiera podido sugerirle que se atuviera un poco más a la verdad en este caso, gracias a un célebre comentario que hizo sobre lo que distinguía a César de otros agitadores revolucionarios; pues, mientras que los demás habían intentado hacerse con el poder del Estado en un constante paroxismo de furia y en un estado mental semejante a la locura de la ebriedad, César, por el contrario, fue el único de toda esa especie de agitadores civiles que emprendió su tarea en un estado de sobriedad y moderación temperamentales (unum arcessisse sobrium ad rempublicam delendam. Expresión de Marco Catón, recogida por Suetonio en Vida de César.53).





La diferencia que hay entre los hombres de hoy y los de otros tiempos es la importancia que se daba a la formación en la cultura greco-latina, al dominio de las lenguas clásicas, a la paciencia en el estudio y al no querer llegar cuanto antes a las metas de la mediocridad.

Este cultivo de la reflexión frente al utilitarismo nos va a ayudar en el acceso a cualquier conocimiento. Como podréis comprobar en el blog dedicado al estudio de un tema transversal, formación en igualdad, estamos introduciendo instrumentos de análisis, un poco más áridos, pero a los que os tendréis que enfrentar desde que iniciéis vuestros primeros pasos universitarios.

Los ingleses conceden la mayor importancia al estudio de las lenguas clásicas y son protagonistas en la elaboración de todo tipo de programas para acercar su estudio a los jóvenes. El problema está en los espacios televisivos de divulgación que, al no poder profundizar, distorsionan la realidad. Muchas veces una buena película proporciona información más veraz.

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